
Jesus, en voz confio
Estimados Hermanos/as
La celebración del Triduo Pascual fue una experiencia inolvidable puesto que, por primera vez en la en muchos siglos, estos misterios fueron celebrados sin la presencia del pueblo. Presentando las misas por “Facebook” se ha convertido en norma durante esta tiempo de pandemia y, a pesar que muchos han expresado agradecimiento por este esfuerzo, es necesario que recordemos que la misa no es un espectáculo sino un llamado a para adorar a Dios. Nosotros, el clero, no vamos a competir con la distracción y entretenimiento que ofrece la as películas y la farándula. Las celebraciones de los misterios de Dios no son para entretenernos, sino para catequizarnos y ayudarnos adorara al Dios altísimo.
Hoy celebramos el Día de la Misericordia que el Papa, San Juan Pablo II estableció en e año 2002 como manera de recordar a toda la Iglesia y todo el mundo, que la razón por la cual sufrió tanto nuestro Señor era para salvar las almas de la condenación eterna. Jesus es enviado por el Padre para salvar a la humanidad que fue perdida y alejada del amor de Dios. Jesus viene a rescatar lo que es creado y, por especial, por nosotros quienes somos creados su imagen y semejanza de Dios. Este año tenemos que distanciarnos unos con los otros por razón de la pandemia que estamos viviendo, pero no de Dios. Cuando nosotros nos distanciamos de Dios entramos en un proceso cuya finalidad es la muerte misma; física, espiritual y eterna. Dios ofrece su misericordia por medio de Jesucristo par que tenga impacto hoy día y por la eternidad. Su misericordia es para llevar a plenitud el plan de Dios cuando creo a la humanidad, y hacer de algunos hijos/as adoptivos de Dios Padre por medio del bautismo.
Jesus da su autoridad de perdonar los pecados a sus apóstoles y, después, a sus sucesores quienes hoy son nuestros obispos y sacerdotes. La misión de Cristo es de buscar a los perdidos, instruir a los ignorantes del plan de Dios y perdonar los pecados para santificar a su pueblo- la Iglesia. Esta misión ahora caí sobre los hombros de nosotros sus seguidores del año 2020. Es Cristo mismo quien nos ha elegido para este importante trabajo. Cada cristiano es misioneros de la misericordia de Dios en Cristo para la salvación del mundo.
Tristemente, nuestra generación está abandonando este gran tesoro dado a nosotros por las generaciones previas que nos la dieron con mucho esfuerzo y sacrificio. Más personas están consciente y activamente abandonando a Cristo y la salvación que él ofrece. ¿Qué les espera a los hijos de nuestros hijos? ¿Un mundo más justo? ¿Más misericordioso? ¿Más próspero? ¿Más humano por haber abandonado la Cristo y su Iglesia? No! Les espera un futuro más obscuro y violento, triste, sin esperanza, sin amor, sin virtud y sin paz. Podemos, desde ahora, sentir los efectos del abandono de Cristo y su Iglesia en cada hogar.
El mensaje de la Misericordia de Cristo es una oferta de esperanza y luz. ¡Hoy tenemos la oportunidad de decidir si seremos la generación que abandona a Cristo y deja que se caiga su Iglesia o seremos la generación que construye el reino de Dios y anuncia, con valor y convicción, que Cristo es el Señor! Les invito a tomar la fe en serio y trabajemos juntos para ser el pueblo que construye y no deja caer la herencia de nuestra fe.